Dana Gelinas
- Reseña de: Iliana Rodríguez, Embosque, México, Universidad Autónoma de la Ciudad de México, 2013.
Embosque es un libro primigenio. Entre sus frondas de tinta y sus claros se encuentra el mundo desusado de ciertos monstruos y prodigios que poblaban el mundo hasta hace apenas dos siglos. En el reloj de nuestra esfera planetaria, sólo un par de instantes. La Selva Negra de los cuentos de hadas, el espesor del enjambre boscoso, las profundidades de jirones de paraíso recuperado, conforman el embosque que sirve de ambiente al ciervo y al cordero que perviven en una suerte de esfera de nieve. La rosa no es cualquier rosa, sino la rosa espejeante de la Bête taciturna.
En medio del bosque se encuentra el ciervo, que es, para fortuna de todos nosotros, un animal humanizado que sobrevive en nuestra era.
Embosque
A Rosario CovarrubiasDe lo oscuro
las raíces.
A lo oscuro
los follajes.Todo ciervo mora en bosques:
Todo bosque lanza sombras:
Toda sombra transverbera:Ay, sombras sagitarias,
este ciervo
por el bosque.Como herido de las cifras.
En la senda de los vientos.
En el otro extremo, los lagartos (que viven en lo más recóndito de una humanidad cazadora, inmersos en la civitas del pantano) cavilan y se sumergen. Las ratas, en cambio, merecen una cierta salvación zigzagueante entre los caminos del bosque. Animales semibenévolos, reciben de la poeta un perdón misericordioso.
Medioevo, mediohuevo de sombras y espejos:
Reflejos
En los cristales habita mi fantasma.
El rostro oval, como de foto antigua.
La cabellera indócil por sus luchas con el aire.
La palidez que contradice su sonrisa.
El lunar, como sol negro.
Los ojos que se fijan en mis ojos.
¿Mirarán desde su celda
al cautivo fantasma que los mira?
La piedra filosofal que es lanzada al cielo. El poema guijarro, la palabra capaz de romper el cráneo al gigantesco ególatra. Una especie de salvamento se esgrime contra los peligros de los días que vivimos ahora y entonces, fin de los tiempos también.
Ensayo segundo
¿Quien osará lanzarte al cielo?
Una honda de gigante
es necesaria.
Tal vez la misma piedra,
el solo guijarro contundente
ha de romper el cráneo del silencio.
Cuando la historia profunda de la humanidad se desvanece, nos dice Iliana Rodríguez, nos pertenece, por herencia testamentada, una confusa torre. Nos quedaron las palabras, pero se nos arrebató el pathos, y de allí que la falta de sentido haya caído sobre nosotros como una maldición.
Desiderata
Para las luces negras de tu sol herido
y mi quebranto con indemnes lunas;
para las sombras escultoras y los polvos
plañideros de estas calles;
para el perro ubicuo y las moscas adversarias;
en fin, para la rosa
—obligatoria en el jardín del mundo—
y aun para el espejo
de los ciegos involuntarios,pido un verso que los nombre,
que los cure y que nos salve.
El tiempo concomitante, ensombrecido, esa curva del camino que nos transporta hacia un futuro incierto, tiene, a la manera medieval, entreveramientos, asombros, y vicisitudes. La escritura se presenta ante nosotros, hoy en día, de la misma manera, como un voto de fe, una isla votiva que ilumina una actualidad que compite, con ventaja, en oscuridades, con aquellos tiempos vividos antaño.
Tiempos vueltos a vivir… nos dice a su manera la poeta de Embosque, porque el tiempo de la historia siempre se repite.
*

Dana Gelinas es autora de los libros de poesía Bajo un cielo de cal, Poliéster, Altos Hornos, Boxers y Los trajes nuevos del emperador, entre otros. Ha sido distinguida con el Premio Nacional de Poesía Tijuana 2004 y el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 2006.