En mis dilatados insomnios
te intuyo,
violín de maderas hechizadas.
Tus lamentos se elevan en vaho azul,
nacieron tus cuerdas
de alguna capilaridad
lunar y legendaria…
Hace mucho tiempo
debió de suceder algo que he olvidado.
Poseo, desde entonces, las obligadas ojeras,
el temblor sospechoso en mis manos,
en los pies el frío premonitorio,
una cierta tragedia en los emplazamientos,
la noche entre los párpados,
la certeza fatal
de que mis días están corruptos.
¿Hasta cuándo, hasta cuándo?
No quisiera escuchar ya más
que esta melodía hipnotizada.
¿Hasta cuándo el reflejo de la luz fronteriza?
Violín,
domador de locos,
deshaz esta ficción de lunáticas marañas
que capturó bosques enteros
y fatigó la magia de los caracoles.
© 1995, Iliana Rodríguez.
(De: Iliana Rodríguez, Claroscuro, México, Mixcóatl, 1995.)